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El 75% de las personas tiene miedo a hablar en público, según Adecco. En principio no es un problema esencial, ya que siempre podrás excusarte en una boda o comunión y alegar que la emoción te va a poder. Sin embargo, cuando se trata de una intervención en el aspecto laboral, ser incapaz de realizar una intervención se convierte en un hándicap que lastre el desarrollo profesional de una persona. 

Muchos creen que para hacer una presentación se requiere de una habilidad innata, con grandes dosis de desparpajo y labia. Nada más lejos de la realidad. Una intervención delante de personas tiene mucho de metódico, con hasta un 90% de táctica y solo un 10% de improvisación. Planificar qué, cuándo y cómo decir las cosas es la clave para mantener la atención de la audiencia, dosificando la información para que no de tiempo de aburrirse. Pero lo más importante es dejar la inseguridad de lado y creer realmente en lo que se dice, ensayando y mejorando antes de dar el salto a la palestra. Para esa preparación, CEDEU te aporta 7 consejos vitales para que no te fallen los nervios en un momento tan importante:

Ensaya, ensaya y vuelve a ensayar

La experiencia es la madre de la ciencia. No vas a clavar una intervención sin antes repetirla ante el espejo varias veces, autocorrigiéndote y cogiendo soltura. ¡Y mejor si lo haces delante de amigos o familiares!

No te excuses

Un error muy común de la gente que tiene miedo a hablar en público es pedir perdón antes de comenzar. ¡Gran fallo! Provocarás que la gente te juzgue antes de comenzar, lo que te provocará más inseguridad. Lo único que debes decir como introducción es tu nombre y tu cargo.

Lenguaje corporal

No eres una gallina en un corral, así que no te muevas como si lo fueras. El lenguaje corporal dice mucho de una persona, como gesticulas con tus manos, brazos y cabeza puede desviar la atención de lo que dices. Tampoco es necesario que estés absolutamente quieto, sino que lo ideal es adecuar los movimientos al discurso para que vayan acompasados. Un breve y ligero paseo mientras se explica puede ser una buena herramienta para perder los nervios.

Anécdotas inesperadas

¿Lo que estás comentando te recuerda a una graciosa experiencia propia? ¡Coméntala! Dale naturalidad a tu discurso incluyendo anécdotas personales y chascarrillos, te relajaran tanto a ti como a la audiencia. Pero cuidado, no abuses de ellos, o correrás el riesgo de quitar profesionalidad a tu intervención.

Material audiovisual

¡Leer las diapositivas o los datos durante una presentación debería ser delito! Apréndete todo lo que tengas que decir y diseña un guion mental que te ayude, pero no leas contenidos directamente. Además, apóyate en contenido audiovisual para captar la atención, como fotos o vídeos, evitando largos textos en los PowerPoint.

Apóyate en la gente

Interacciona con tu público. Pregúntales, responde a sus cuestiones, personaliza los comentarios a cada uno y hazles ver que son parte de la intervención. Además, a poner el foco en ellos por un momento, te relajarás mucho más y estarás perfecto para tus momentos finales.

Final de traca

¡Solo tienen que faltarte los fuegos artificiales! Prepara con cuidado las conclusiones, que cierren bien todas las cuestiones e interrogantes planteados, y habla con autoridad a la hora de sentenciar el tema. No debe quedar nada suelto ni preguntas en el aire, pero opta por un breve y seguro cierre antes de despedirte.