Cristo abrazado a la cruz (El Greco, 1580)
Jesús de Nazaret no necesita presentación: creyentes y no creyentes saben a quién hace referencia este nombre. Pero ¿conocen qué esconde su figura? ¿Hay pruebas históricas de que existiera realmente? Desentrañar todos los misterios que han rodeado a lo largo de los siglos al “hijo de Dios” no resulta fácil, pero existen fuentes documentales, religiosas e históricas que pueden ayudarnos.
La historicidad de los Evangelios y de la figura del Mesías es relativa y cuestionable y ha dado lugar a una serie de enigmas sobre los que todavía hoy seguimos debatiendo y especulando. Las referencias que tenemos de Jesús de Nazaret por parte de los historiadores de la Antigüedad son muy escasas; por eso, si dejamos al margen los textos evangélicos, reconstruir su vida sin tener en cuenta la creencia religiosa y solo desde un punto de vista histórico y científico resulta complicado (lo que ha servido también para que muchos nieguen hasta su existencia). Parece claro que lo que no se puede hacer es creer la veracidad sin fisuras de todo lo expuesto en los Evangelios Canónicos ni negar su historicidad eludiendo las fuentes, que, aunque escasas, las hay.
¿EXISTIÓ REALMENTE?
Los estudiosos de la vida de Cristo tienen cuatro fuentes textuales fundamentales para corroborar su existencia: los Evangelios Canónicos, los textos
cristianos apócrifos, los historiadores romanos y los textos religiosos judíos.
Si nos centramos en los historiadores clásicos, tenemos testimonios de autores judíos como Flavio Josefo y romanos como Tácito o Suetonio que ayudan a situar la figura de Jesús. Al primero, nacido en el año 37 y divulgador de la historia judía en tiempos de Cristo, se le atribuye la primera mención de Jesús el Cristo en las fuentes no cristianas. Así, Flavio Josefo habla en su libro Antigüedadesjudías de que Jesús era un hombre bueno, virtuoso y sabio, que atrajo a muchos judíos y gente de otras naciones que se convirtieron en discípulos suyos. Menciona también que Pilatos lo condenó a la cruz tras ser denunciado por los principales, y que se apareció tres días después de muerto a aquellos a los que había amado en vida y que no le habían abandonado.
En cuanto al patricio romano de los siglos I- II Publio Cornelio Tácito, hace una referencia directa a Cristo en su historia del Imperio Romano, Anales. Habla de los cristianos como una especie de monstruos malhechores y supersticiosos
que perjudican la supervivencia del Estado romano. Dice que su nombre viene de Cristo, condenado a muerte en Judea por Poncio Pilatos siendo Tiberio emperador.
Los textos judíos arrojan luz asimismo. Los escritos rabínicos son las tradiciones incorporadas al TalmuddeBabilonia:TratadoSanedrín, un código civil y religioso elaborado entre los siglos III y V por eruditos hebreos de Babilonia. Aunque escasas, también contiene referencias a la figura de Jesús, pero en este caso como un falso profeta y un traidor a la fe de Israel que murió ejecutado por Poncio Pilatos, gobernador de Judea, en tiempos de Tiberio y que fundó la religión cristiana. En cuanto a los Evangelios Canónicos, son cuatro textos atribuidos a otros tantos apóstoles – Marcos, Mateo, Lucas y Juan– y narran la vida de Jesús. Son, pues, una especie de biografías y la fuente más importante, porque fueron recopilados en la Galilea del siglo I partiendo de la tradición oral de los primeros cristianos, en una fecha muy cercana a la muerte de Jesús ( hacia el año 50). Sin embargo, la reinterpretación que conlleva siempre la tradición oral puede ser la causa de que los cuatro evangelistas se contradigan en algunos datos de la vida de Jesús. Aun así –y aun estando teñidas por la fe de los seguidores del Mesías–, recogen datos históricos de gran importancia sobre su vida, mensaje y muerte.
Dos de los evangelistas, Mateo y Juan, fueron testigos directos de los hechos que narran, como seguidores de Jesús en vida. Los otros dos, no: solo relatan lo que escucharon o leyeron. Marcos fue un ayudante o secretario de Pedro (lo acompañó a Roma, donde el apóstol fue crucificado), y Lucas, un médico ilustrado que acompañó a Pablo muchos años y redactó los Hechosdelosapóstoles, importantes por sus referencias al primer cristianismo, aunque Jesús no sea el protagonista. Por último, los Evangelios Apócrifos son los escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados en el Tanaj o Biblia hebrea, en la BibliaSeptuaginta ( utilizada por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griegas) ni en ninguna de las versiones de la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos. Son textos extracanónicos, menos fiables pero importantes en un plano religioso. Entre ellos están los ManuscritosdeNagHammadi.
LAS 10 VERDADES
Con todas esta fuentes, parece que la existencia histórica de Jesús no ofrece dudas. Lo que ocurre es que la imagen que tenemos de Jesucristo no
Historiadores como el judío Flavio Josefo y los romanos Tácito y Suetonio ayudan a situar la figura de Jesús
coincide exactamente con el personaje histórico de Jesús de Nazaret: este fue perdiendo su identidad a medida que se fue definiendo la imagen cristiana del Mesías. Aun así, comparando los testimonios y los datos históricos de los cuatro evangelios, hay cosas que sabemos de verdad sobre la vida de Jesús de Nazaret:
1. ERA HIJO DE MARÍA
María y José, los padres de Jesús, estaban desposados, unidos por acuerdo matrimonial, pero no vivían juntos porque aún no se había celebrado la fiesta de bodas (la costumbre judía era que pasara un año). María se quedó embarazada antes de haber iniciado la convivencia con su esposo, lo que generó un grave problema social para la pareja. José decidió repudiarla (en privado, para que fuera menos traumático), pero cambió de idea ( según el cristianismo, cuando se le apareció el ángel del Señor y le convenció de aceptarla e iniciar la convivencia con ella). Aun así, su entorno siempre llamó a Jesús “el hijo de María”; quizás no tenían la certeza de que fuera hijo de José.
2. NACIÓ ENTRE LOS AÑOS 7 Y 6 A.C.
Debido a un error en el cálculo realizado en la Edad Media para fijar el inicio de la era cristiana, este quedó marcado en el año 754 desde la fundación de Roma, cuando lo correcto hubiera sido situarlo unos años antes, en aquel en que murió Herodes el Grande, que fue cuando José y María huyeron a Egipto con su hijo recién nacido. Por eso, seguramente Jesús nació entre el 1 de octubre del año 7 a.C. y el 30 de septiembre del año 6 a. C., y en ningún caso el 25 de diciembre, como celebramos hoy.
3. VINO AL MUNDO EN NAZARET
Lucas y Mateo sostienen que nació en Belén ( Judea), pero los otros dos evangelistas, Marcos y Juan, lo citan siempre como Jesús de Nazaret. Es posible que, al ser la localidad natal de José y haber obligación de empadronarse (por un edicto del emperador Augusto), el carpintero hubiera viajado con su esposa embarazada hasta Belén (al norte de Palestina, en Galilea), pillándole el parto fuera de su residencia en Nazaret (al sur, en Judea). Pero lo cierto es que la mayoría de los biblistas defienden que Jesús nació en Nazaret, pues a los judíos se les designaba o por el nombre del padre o por el del lugar del nacimiento. Jesús debería haberse llamado o Jesús de José o Jesús de Belén, algo que no aparece en ningún texto evangélico.
4. SU FAMILIA ERA POBRE
No tenían tierras, pero sí cierta importancia porque se decían descendientes de David. Este origen era relevante porque, cuando Jesús nació, los judíos vivían un sentimiento de desamparo, creciente desde su deportación a Babilonia tras la toma de Jerusalén por Nabucodonosor (siglo VI a. C.), y esperaban a un rey que les liberase de la dominación extranjera (los romanos llevaban 60 años controlando la región), un Mesías que habría de nacer del linaje del rey David.
5. TUVO HERMANOS Y HERMANAS
“¿ No es este el carpintero, el hijo de María y el hermano de Jacobo, José, Simón y Ju
das? ¿ No están sus hermanas entre nosotros?”(Marcos 6, 2-5). Referencias como esta hay varias en los Evangelios Canónicos, y hoy pocos expertos en la historia bíblica dudan de que Jesús tuviera hermanos. Ahora bien, para los ortodoxos se trata de hermanastros, hijos de un anterior matrimonio de José; para la mayoría de los protestantes, hermanos carnales, y para los católicos –en un intento de salvaguardar la virginidad de María–, solo primos. Los Evangelios citan a estos hermanos en múltiples ocasiones y no se trata de un término cariñoso genérico para hablar de sus discípulos, pues, como vemos en este pasaje de Juan de las bodas de Caná, Jesús distingue muy bien entre unos y otros: “Bajó a Cafarnaúm ( Jesús) con su madre, sus hermanos y sus discípulos”. En su Evangelio, Marcos nos dice que fueron cuatro y que se llamaban Santiago, José, Judas y Simón. De las hermanas no tenemos nombre ni número.
6. FUE UN JUDÍO CORRIENTE DE LA ÉPOCA
Aunque culto e interesado en temas religiosos. Seguramente, José le enseñó el oficio de carpintero, que debió ejercer algunos años tras la muerte de su padre (la última vez que se le menciona en los Evangelios, Jesús tiene 12 años), pero nadie sabe lo que Jesús hizo hasta los 30 años, que es cuando aparece en público. El misterio radica en saber cómo, si había vivido hasta entonces encerrado en un pequeño pueblo de Galilea trabajando como carpintero o peón de albañil, era tan culto (capaz de discutir con los doctores de la ley, conocía los textos sagrados del judaísmo, varias culturas como la griega o la gnóstica y otras religiones como el budismo, y hasta intelectuales como Nicodemo iban a encontrarse con él de noche, a escondidas, para debatir temas filosóficos). Es seguro que hablaba arameo, hebreo y griego (el idioma de la clase alta) y que su don de la palabra lo convirtió en una figura popular, que enseñaba mediante dichos y parábolas. Oficialmente no era rabino, sino un maestro que creó un movimiento de “nuevos judíos” a los que les gustaba su interpretación incisiva de las tradiciones de Israel.
7. SEGUIDOR DEL BAUTISTA
Siendo ya maduro, Jesús se apartó al desierto con el profeta penitente que usaba el bautismo como sacramento central de su movimiento mesiánico. Y es que Jesús fue seguidor de Juan el Bautista y uno de los que acudieron al Jordán para ser bautizados. Muy influido por él, cuando Herodes Antipas lo decapitó, Jesús continuó su trabajo, con una religiosidad cercana al pueblo y ajena a los jerarcas, aunque se centró en proclamar la buena nueva del Reino de Dios. El Evangelio de Lucas nos dice que les unían lazos familiares ( sus madres, Isabel y María, eran primas).
8. UN LÍDER CARISMÁTICO
Y contracultural, que acogía a los expulsados sociales, entusiasmaba a las masas y presuntamente hacía milagros (hechos inexplicables, como curar a los enfermos). El poder toleró todo esto hasta que Jesús empezó a hablar en nombre de Dios y a decir que era su hijo, su Mesías en la Tierra. En ese momento, los poderes establecidos lo rechazaron, pues rompía el orden religioso y porque, como Mesías, el pueblo judío esperaría de él su
Tradición y fe empañan la auténtica figura de Jesús, pero hoy ningún experto pone en duda que haya sido un personaje histórico
liberación y la proclamación de su reino en la Tierra. Los líderes sociorreligiosos de la zona pensaron que el carácter subversivo de su movimiento podía debilitar la vida y la ley judía, que Jesús iba en contra de sus privilegios; por eso, lo acusaron de endemoniado, hechicero ( decían que sus milagros eran obra del diablo) y falso Mesías. Su existencia suponía un dilema religioso que había que atajar y un problema de orden público que requirió la intervención de Roma.
9. PONCIO PILATOS LO CONDENÓ
El gobernador romano que condenó a Jesús a la crucifixión sigue siendo un misterio histórico, aunque existen tres fuentes textuales principales, Flavio Josefo, Filón de Alejandría y los Evangelios, que nos hablan de que Poncio Pilatos se hallaba en Jerusalén para mantener la paz en las fiestas de Pascua y se encontró con la detención de Jesús. Y que –con ayuda y acuerdo de los sacerdotes– lo condenó a muerte, aun no encontrándolo culpable (Jesús nunca se enfrentó directamente a Roma, sino al poder religioso de los sacerdotes del Templo de Jerusalén, quienes, según el Evangelio de Mateo, lo entregaron al poder romano). La verdad es que los historiadores disponen de pocos datos confirmados sobre el gobernador romano que, según Mateo, se lavó las manos antes de enviar a Cristo a la cruz. La única prueba arqueológica de su existencia es una inscripción descubierta en los años 70 en la ciudad romana de Cesárea Marítima, actualmente en Israel. Fechada entre los años 26 y 36, nos ofrece su nombre, Pontius Pilate, y su título, PraefectusJudaea, prefecto de Judea, además del nombre del emperador Tiberio: DivinoAugustiTiberieum.
10. FUE CRUCIFICADO
El gran historiador romano Tácito, en uno de sus pasajes más célebres, afirma: “Cristo, de quien toman el nombre, sufrió la pena capital durante el principado de Tiberio de la mano de nuestro procurador, Poncio Pilatos”. Los Evangelios ofrecen el relato de que primero se lo envía al rey judío Herodes ( lo relata Lucas) y este deja que sea el pueblo quien decida si lo libera a él (contra el que Roma no tiene ninguna acusación) o al ladrón Barrabás. La muchedumbre se pronuncia en contra de Cristo y es llevado a la cruz en la víspera de la Pascua del año 30. Así pues, no hay certeza histórica del juicio (es posible que fuera ajusticiado sin más), pero sí de su muerte.
Una de las pocas cosas en las que todas las fuentes están de acuerdo es en que soldados romanos mataron a Jesús con un castigo romano –la crucifixión– y, por lo tanto, el responsable último tuvo que ser el gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos, que no se lavó las manos.
LA RESURRECCIÓN
Según el Nuevo Testamento, después de que Jesús muriera crucificado, José de Arimatea pidió a Pilatos su cuerpo, pues, de acuerdo con la Ley Mosaica, debía ser enterrado antes del ocaso porque los cadáveres no podían contaminar el aire en un día puro de fiesta (era la Pascua). Jesús fue bajado de la cruz y enterrado en una tumba nueva. Aunque ningún Evangelio hace un registro definitivo y completo de la aparición de Jesús vivo después de su muerte en la cruz, hay puntos en los que convergen los cuatro: que el domingo, al tercer día, la tumba de Jesús apareció vacía y la piedra que estaba cerrándola removida; que Jesús se apareció vivo ( resucitado) a muchas personas en un lapso de 40 días antes de ascender al cielo, para sentarse a la diestra de Dios; que eligió primero aparecerse a mujeres y encargarles proclamar este hecho tan importante a los discípulos varones, incluyendo a Pedro y los otros apóstoles. El número varía de una, María Magdalena ( ella no lo reconoció al principio), a varias. Después, se dejó ver a dos discípulos, que caminaron y hablaron con él durante bastante tiempo sin saber quién era. También se apareció a sus discípulos en el cenáculo, a Tomás y, junto al mar de Galilea, a Pedro, a quien animó a servir a sus seguidores. Pero estas apariciones transmitidas por los Evangelios no forman parte de la vida de Jesús, sino de la de su Iglesia, rehecha por sus discípulos en los años posteriores.
MARÍA MAGDALENA, ¿SU MUJER?
Es uno de los personajes más polémicos, fascinantes e importantes de la historia de Cristo. Pocos expertos dudan de su trascendencia en su vida, pero las tradiciones judías no ayudaron a que se conociera su figura, pues el rol de la mujer era insignificante y no aceptaban que una fuera discípula
Los Evangelios Apócrifos relataban a los cristianos anécdotas de Jesús no incluidas en la Biblia ni aceptadas por la Iglesia
aventajada. Por otro lado, la Iglesia católica la silenció y, cuando habló de ella, fue para recalcar que era una prostituta. Pero ¿por qué la escogió a ella Jesús (y no a alguno de sus discípulos) para anunciar que había resucitado? En el EvangelioPerdido (descubierto en la Biblioteca Británica), los EvangeliosGnósticos (hallados en 1945 en Egipto) y el EvangeliodelaesposadeJesús (ya autentificado), tres documentos poco conocidos y denostados por la Iglesia oficial vaticana, se habla de la Magdalena como la koinonós ( compañera- esposa) de Jesús, con la que tuvo hijos.
La realidad es que hoy en día pocos teólogos y expertos en cuestiones bíblicas, tanto católicos como protestantes, ponen en duda que Jesús estuviera casado. Para un judío de su tiempo era inconcebible no tener familia y descendencia, ya que el judaísmo se transmite de madre a hijo. Pero ¿con quién estaba casado? Sin duda, con la Magdalena, que no era, como sostuvo durante siglos la Iglesia, una prostituta o endemoniada, sino una buena conocedora de la doctrina gnóstica. Era la persona de confianza de Jesús, a quien contaba sus mayores secretos –lo que más de una vez despertó los celos de Pedro– y a quien se apareció el día de la Resurrección, antes incluso que a su madre o a sus discípulos. Pedro se quedó perplejo preguntándose por qué no se les había aparecido a ellos. Su sorpresa es entendible si pensamos que en aquel tiempo las mujeres no contaban nada, ni eran creíbles ( ni siquiera como testigos ante un juez). Siglos después, Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia, seguía perplejo por este asunto. No entendía por qué Jesús no se apareció antes que a nadie a Pedro, que era el jefe del grupo de apóstoles, en vez de a una mujer.
EL EVANGELIO DE LA ESPOSA
En octubre de 2012, la teóloga estadounidense Karen L. King (experta en cristianismo primitivo y profesora de Historia Eclesiástica en la Harvard Divinity School) anunció en un Congreso Internacional de Estudios Coptos en Roma, ante cientos de expertos, que había descubierto el primer texto histórico que mencionaba a la esposa de Jesús: un pequeño fragmento de papiro egipcio escrito en el siglo IV, en copto ( el idioma de los cristianos de Egipto). De ocho líneas, en la cuarta se lee: “Jesús les dijo: mi esposa...”. La lámina, escrita por ambas caras (aunque solo unas líneas son claramente legibles) y bautizada por los investigadores como el Evangelio de la esposade Jesús, fue probablemente escrito originariamente en griego en la segunda mitad del siglo II y traducido posteriormente a la lengua de los coptos. Dos años después de hacerse pública la existencia del documento, tres universidades de EE UU (Columbia, Harvard y MIT de Massachusetts) declararon auténtico el papiro, coherente con 35 papiros datados entre 400 a.C. y el año 700. A pesar de las pruebas aportadas, este fragmento no prueba la teoría de que Jesús estuvo casado con María Magdalena o si fue aceptada como discípula. Sin embargo, sí reaviva dos debates que se han dado desde los orígenes del cristianismo: la participación de las mujeres en la Iglesia y el celibato. Este papiro es polémico porque el gran secreto de Cristo –el hecho de que pudiera tener descendencia con María Magdalena– pone en cuestión el celibato de Jesús y, por ende, también el de los sacerdotes. De ahí que, oficiosamente, el Vaticano lo califique de falsificación.